Código Masónico (extracto)
CÓDIGO
MASÓNICO
DE LAS LOGIAS
REUNIDAS Y RECTIFICADAS
DE FRANCIA
Tal y como fue aprobado por los Diputados de los Directorios de Francia en el Convento Nacional de Lyon en 5778.
5779
INTRODUCCIÓN
NINGUNA Orden, ninguna sociedad puede existir sin leyes. La ejecución de esas leyes asegura la prosperidad de la sociedad; su olvido o infracción le acarrea la decadencia y la ruina.
LA sabiduría de las que dirigen la Orden Masónica, tan respetable por su antigüedad como por su utilidad, la ha hecho triunfar sobre los tiempos y sus adversarios, a pesar de los atentados que le han procurado algunos de sus miembros, sea por sus vicios personales o por los múltiples abusos que han tratado de introducir en Ella. Si en algunos lugares de Europa ha perdido su antiguo esplendor, es a estos miembros corrompidos a quien hay que atribuirlo, al haberse hecho injustamente extensivo a la totalidad del cuerpo lo que era motivo de escándalo en estos individuos que, a pesar del buen nombre en que se respaldaban, eran, no obstante, completamente extraños a la Orden Masónica. Pero la mismas virtudes, que la han preservado, aún pueden devolverle toda su gloria, de la que no ha cesado de gozar en aquellos lugares en los que la práctica de estas virtudes ha sido la base de todos sus trabajos.
SIN embargo, hemos de admitir que esta especie de Masones, que pretenden haber adquirido este título mediante la ceremonia de su recepción, por irregular que ésta haya sido, se han multiplicado considerablemente en ciertos lugares, donde no se encontraban o en los que habían muy pocos establecimientos regulares. Estos masones, ignorando las verdaderas leyes de la Orden, han creado otras nuevas y arbitrarias, que favorecieran su ambición y su codicia; han llevado a estas numerosas y noveles sociedades el gusto por la independencia y los placeres ruidosos, que la Orden siempre ha condenado, y para sostener la especie de consideración, necesaria a sus intereses, han asombrado a dichas sociedades con las apariencias misteriosas de una falsa ciencia, sobrecargando sus ceremonias con nuevas producciones cada vez más quiméricas y absurdas, de las que un gran número de Masones han sido durante largo tiempo sus víctimas.
PERO, en tanto que el error acrecentaba así sus prosélitos, los verdaderos Masones más circunspectos en su avance y eligiendo la opción más difícil, hacían progresos lentos pero seguros. Más preocupados por adquirir dignos Hermanos que por cautivar a las multitudes, aguardaban lamentándose porque el prestigio había cesado, y reconociendo el error al que habían sido arrastrados, sintieron un firme deseo por entrar en las vías legítimas de la Orden y seguir escrupulosamente sus leyes, despojándose de todo interés personal y todo espíritu de dominación. Pero desdeñando por principio estos grandes medios, que aúnan las voluntades, se limitaron a esperar este importante cambio del transcurrir del tiempo y de la libre disposición de los espíritus.
NO obstante, algunos Masones más voluntariosos que iluminados, aunque lo bastante juiciosos como para seguir nutriéndose por más tiempo de quimeras, cansados de una anarquía que lo enviciaba todo, se esforzaron por librarse de un yugo tan envilecedor. Logias enteras en diversos lugares, viendo la necesidad de un centro común, depositario de una autoridad legislativa, se reunieron y cooperaron en la formación de diversos grandes Orientes. Era ya por su parte un gran paso hacia la luz; pero les faltaba conocer el verdadero punto central, y el depósito de las leyes primitivas. Suplieron el régimen fundamental por regímenes arbitrarios particulares o nacionales, y por las leyes que se les pudieran adaptar. Tuvieron el mérito de poner freno a la licencia destructiva que dominaba por todas partes, pero no teniendo en cuenta la cadena general, rompieron la unidad al variar los sistemas.
MASONES de diversos lugares de Francia, convencidos de que la prosperidad y la estabilidad de la Orden Masónica dependía enteramente del restablecimiento de esta unidad primitiva, y no habiendo encontrado los signos que deben caracterizarla en aquellos que habían querido apropiarse de ella, enardecidos en su búsqueda por lo que habían aprendido sobre la antigüedad de la Orden de los Francmasones, fundamentada sobre la más constante tradición, llegaron por fin a descubrir su cuna; con celo y perseverancia han superado todos los obstáculos, y participando de las ventajas de una administración sabia e iluminada, han tenido la dicha de reencontrar los vestigios preciosos de la ancianidad y el objeto de la Masonería.
OTRO error bien común y peligroso, engendrado lamentablemente por aquellos tiempos de turbación y anarquía, y después por la costumbre, consistía en contemplar los fondos de una Logia, provenientes de las recepciones, como si les pertenecieran en propiedad, no estando obligados por ello a rendir cuentas a sus superiores; de ahí la multitud de Logias formadas sin constituciones legales para favorecer así la codicia de algunos pretendidos maestros y de aquellos otros, con los que quisieron compartir el producto de su tráfico. Además, los gastos enormes empleados en banquetes demasiado suntuosos y, en frívolas y magnificentes decoraciones, que al no estar controlados, han absorbido los fondos, cuyo destino era mucho más precioso, lo que ha sido lo mismo que un robo a los fines de la beneficencia, que caracteriza a la Orden, y que debía hacerla respetable a ojos de los profanos.
ERA sin embargo fácil, reflexionando sin interés personal y a la luz de una razón esclarecida, reconocer, que las Logias no son más que sociedades particulares, subordinadas a la sociedad general, que les da la existencia, y los poderes necesarios para representarla en la parte de autoridad que les confía; que esta autoridad parcial emana de la que reside esencialmente en el centro común y general de la Orden, representada por los Cuerpos propuestos para la administración general y particular de los diferentes distritos y para el mantenimiento y ejecución de sus leyes; que ninguna de ellas puede existir regularmente, sino es por un consentimiento expreso de los jefes legítimos de la Orden, constatado por la patente de constitución, que se le entrega con el compromiso de ajustarse a las leyes, estatutos y reglamentos de la Orden, sin la cual todos los actos de la Logia serían nulos y clandestinos, y las retribuciones que exigiera, una verdadera concusión; que en virtud de esta constitución la Logia adquiere verdaderamente la facultad y el poder de recibir legítimamente en el nombre de la Orden en los cuatro grados masónicos, y de percibir las retribuciones prescritas, perteneciendo el producto de dichas retribuciones propiamente a la Orden en general, visto que las Logias no actúan y no pueden actuar más que en virtud de los poderes que han recibido.
RESULTA de ello que, la Orden, debiendo perseguir el bienestar de todos sus establecimientos, debe ceder a las Logias sobre este producto todo lo que les sea necesario para su mantenimiento, y un excedente que pueda permitirles, mediante una sabia economía, cumplir de forma satisfactoria y sólida las miras bienhechoras del instituto; pero puede y debe reservarse una parte destinada a la ejecución de los mismos proyectos para la Orden en general, y para atender los gastos considerables de una administración tan extendida como importante. Esta forma de proceder más sabia y más verdadera, previniendo las depredaciones y los gastos inútiles e inmoderados, hubiera producido en Francia los efectos más saludables, y hubiera hecho a la Orden de los Masones tan respetable a los ojos del vulgo como envilecida lo ha sido por los abusos. Para convencerse de ello, no hay más que fijarse en las regiones del norte de Europa, en las que el espíritu del instituto ha sido mejor conservado. Podremos ver, con tanto placer como sorpresa, los inmensos socorros que los Directorios han procurado en todas las circunstancias calamitosas, y los establecimientos patrióticos que han formado para el alivio de la humanidad. Porqué pues, los Masones franceses tan compasivos y generosos como cualquier otro pueblo de Europa, no se afanarían en imitar tan grandes ejemplos, uniéndose a un régimen tan útil y satisfactorio, sobre todo cuando tuvieran la certidumbre, de que el depósito de los productos y su empleo es rigurosamente vigilado y administrado con sabiduría. Es en lo referente a todo esto, sobre lo que van a ser instruidos mediante el compendio del gobierno general y particular de la Orden.
COMPENDIO
del gobierno general de la Orden de los
Francmasones, de acuerdo con las leyes
fundamentales, observadas en el régimen
reformado & rectificado.
LA ORDEN entera de la Francmasonería rectificada es gobernada por un Gran Maestro general, por grandes Maestros nacionales y Administradores Provinciales, y por Directorios Escoceses y grandes Logias Escocesas, que tienen bajo su inspección o toda la Orden entera, o una nación, o una provincia, o un distrito, o un departamento particular.
CADA Gran Logia Escocesa está compuesta por un Jefe o Presidente, por los oficiales necesarios para la administración de su departamento y de los Diputados Maestros comprendidos en dicho departamento, que son los encargados de inspeccionar cada una de las Logias de su distrito particular, y rendir cuentas de ello a la Gran Logia Escocesa.
CADA Directorio Escocés está compuesto por su Presidente, por los representantes de las Grandes Logias Escocesas, y los oficiales necesarios para la administración de su distrito.
LOS grandes Directorios Provinciales están compuestos por un Administrador general, un visitador, un canciller y los Representantes de los Directorios y de las Grandes Logias Escocesas.
FINALMENTE el gran Directorio nacional está presidido por el Gran Maestro Nacional, como jefe principal de la nación, por los administradores Provinciales, los presidentes de los Directorios, y por los consejeros y oficiales necesarios para su funcionamiento y administración.
POR medio del orden así establecido, las Logias y establecimientos inferiores están regularmente representados en los cuerpos superiores, y concurren a todos los actos que de ellos emanan. La autoridad legislativa reside en toda la Orden reunida regularmente en Convento general. Los Conventos nacionales y Provinciales pueden fijar la legislación particular de una nación o provincia, en tanto que no sea contraria a las leyes generales de la Orden.
LAS causas de litigio masónicas son juzgadas, en primera instancia, por el Comité Escocés de cada Logia, presidido por el Venerable Maestro. De allí pueden trasladarse por apelación a la gran Logia Escocesa; de allí al Directorio Escocés, y finalmente como último resorte al gran Directorio nacional, pero sin efecto suspensivo.
LOS asuntos de finanzas, que interesan a la Logia, son discutidos en el Comité Escocés, y a continuación comunicados a la Logia entera. Las cuentas son visadas por el Diputado Maestro y luego enviadas a la gran Logia Escocesa, para ser examinadas. No se puede disponer de los fondos de una Logia si no es con el consentimiento de sus miembros. La misma cosa tiene lugar para las cajas de los establecimientos superiores.
ES de acuerdo con estos principios, que son redactados los Reglamentos generales al uso de las Logias reunidas; Reglamentos que son tanto o más a la conveniencia de cada uno, que todo compromiso de cualquier clase o establecimiento de la Orden que sea, admite y autoriza de derecho las reservas de lo que se debe al Soberano, al gobierno, a la religión que uno profesa, y a los deberes particulares de la profesión adoptada.
TODO Hermano, recibido en una Logia rectificada, o afiliado a sus trabajos, debe firmar este Código Masónico, y prometer conformarse a él y contribuir a mantener su ejecución. Esta permitido no obstante a cada Logia el hacer sus Reglamentos particulares sobre lo que le concierna localmente, siempre que no sean contrarios a estos Reglamentos generales y que sean aprobados por la gran Logia Escocesa, o por el Directorio Escocés del que dependan. Se adjuntarán a los primeros, y serán firmados por todos los Hermanos de la Logia.
SE encontrará a la cabeza de estos reglamentos generales las cualidades que se exigen al Francmasón, miembro de una Logia reunida, los deberes morales que le son impuestos, los cuidados que toman las Logias rectificadas para la conducta y el bienestar de sus miembros, y el espíritu de fraternidad y la unión íntima entre los Hermanos, que caracteriza a las Logias reunidas & rectificadas.
De las cualidades & deberes
de un verdadero Francmasón.
EL primer compromiso del Francmasón al entrar en la Orden, es el de observar fielmente sus deberes hacia Dios, su Rey, su patria, sus Hermanos y a sí mismo. No lo presta sino después de haberse asegurado del respeto que éste expresa a la Divinidad, y de la importancia que atribuye a la honestidad del hombre. Todo lo que ve y oye en la ceremonia de su recepción, le prueba que todos los Hermanos están imbuidos por el amor al bien. Todos están comprometidos mediante las promesas más santas, a amar y practicar la virtud, a consagrarse a la caridad y a la beneficencia, y a respetar los lazos que les unen a la Orden y a sus Hermanos.
HAN pasado los tiempos en los que, desconociendo el espíritu de la verdadera Francmasonería, no se juzgaba el mérito de un candidato más que para aumentar los fondos; en los que la obligación masónica no era más que un juego de palabras, y las ceremonias de recepción una diversión pueril y a menudo indecente; esos tiempos, en los que uno se avergonzaba en público de lo que se aprobaba en Logia, en los que se temía encontrar en la sociedad civil a un hombre al que se acababa de abrazar como a un Hermano. Han terminado esos tiempos desgraciados, de deshonor para la masonería, y correremos un tupido velo sobre los abusos, a los que una sabia reforma a traído remedio.
FIEL a las leyes primitivas de la Orden, la Francmasonería según el régimen reformado y rectificado, exige al candidato un deseo sincero de llegar a ser mejor y de pertenecer a una Orden, que no se muestra al exterior si no es por sus buenas acciones, y que cuenta entre sus miembros a lo más respetable de la sociedad civil. Se hacen minuciosas pesquisas sobre su carácter, sus principios y sus costumbres, y nos informamos cuidadosamente sobre si su corazón está abierto a los gritos de los desgraciados, y si hace amar y apreciar las dulzuras de la amistad. Si no ha proscrito toda percepción pecuniaria, como hemos visto, renunciando a todo objeto de economía y finanzas, se privaría del principal recurso para hacer el bien. Es suficiente con que esté persuadido de que el dinero que da es administrado con sabiduría y empleado útilmente. Es mejor merecer el reconocimiento de un hombre bien nacido que servirse de los medios que éste ofrece para hacer actos de beneficencia.
LAS Logias reunidas & rectificadas contemplan pues las costumbres como un objeto importante y que merece toda su atención. Es sobre todo respecto a los jóvenes Masones que esta atención se manifiesta. Desde el mismo momento en que un hombre ha sido juzgado digno de ser asociado a los trabajos masónicos, esta seguro de poder encontrar en sus Hermanos guías sabios y prudentes; todas las miradas se fijan en su conducta. Se le reprende con dulzura, cuando cae en alguna falta, es reconducido cuando tiene la desgracia de extraviarse, es sostenido en las empresas difíciles, se le testimonia tanto fuera de la Logia como en su interior la consideración debida a su mérito, cualesquiera que puedan ser las barreras que la fortuna o las diferencias de su estado civil hayan puesto entre ellos. Si las exhortaciones secretas y fraternales no fueran suficientes para reconducir a un joven Masón que se ha extraviado, se recurrirá a medios más eficaces, suspendiéndole de asistencia a un cierto número de asambleas, o excluyéndole de ellas totalmente. Pues la indulgencia resultaría fuera de lugar e incluso criminal, en los casos, en los que comprometiera la reputación de una Orden, que tiene el mayor interés en conservarla intacta. En semejante caso el juicio de exclusión o de larga suspensión debe ser notificado a todas las Logias reunidas & rectificadas, no solamente para que lo cumplan, sino también para sostener mediante este acto de rigor y magnificencia, la virtud vacilante de los débiles. Pero no se debe castigar si no es para corregir. Si en tal caso un Hermano retorna y cambia de conducta, la Logia se apresurará a rehabilitarle, con la misma publicidad, con la que había notificado su mala conducta.
ES velando religiosamente sobre la disciplina masónica y practicando escrupulosamente las virtudes que la Orden enseña, como se conseguirá desarraigar por entero los prejuicios del vulgo contra nuestro Instituto, y se tranquilizará a todos los hombres sobre el género y el objeto de sus trabajos. Un padre iluminado, una madre tierna desearán que llegue el momento, que hasta ahora temían, en que se abran a sus hijos las puertas e nuestro templo. Se acostumbrarán a ver nuestras Logias como escuelas de beneficencia y se considerará la recepción de un hombre como la garantía de su mérito.
LOS viajeros, separados de sus amigos, tienen más necesidad que otros de la atención y cuidados paternales de las Logias. Por ello no podemos contentarnos con proveerles tan solo de certificados, sino que se les recomienda especialmente a la amistad y al afecto de las Logias y de los Hermanos, que las componen, y se les ruega que reemplacen el hueco de los Hermanos que acaban de dejar, que se les ayude con el consejo y su crédito, socorriéndoles en la necesidad y asegurando de este modo la reciprocidad más perfecta.
ESTOS cuidados bienhechores, impuestos como deberes estrictos e indispensables, llegan a ser para los verdaderos Francmasones sentimientos necesarios para su felicidad. Además de la estima pública, la práctica de las virtudes procura goces verdaderos y duraderos a los que las cumplen fielmente. Es amando como se hace amar, y no es más que cuando se inspira este sentimiento, que el ejemplo que se da de las virtudes, produce efectos saludables y duraderos.